Las cifras son alarmantes e invitan a la reflexión, sólo en Lima, el 70% de las viviendas son informales, según un estudio de la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco). A nivel nacional, esta cifra se puede elevar hasta 80%. De acuerdo con el Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (Cismid), en las zonas periféricas de las ciudades, el nivel de informalidad en la construcción puede alcanzar el 90% incluso.

En el Perú se construyen decenas de miles de viviendas informales al año, pese a que, es un país proclive a sufrir fenómenos naturales. Esto significa que, ante un eventual sismo de gran escala o un huaico (avalancha de agua, lodo y piedras), son mayoritarias las viviendas que correrían el riesgo de desplomarse o dañarse severamente.

Varios criterios diferencian una vivienda informal de una formal. El primero y más básico es el factor legal: poseer un título de propiedad y una licencia de construcción. Esta última, otorgada por la municipalidad, da al propietario la confianza de que su edificación se va a establecer en un suelo seguro y con los planos técnicos correspondientes. Asimismo, durante las fases de diseño y construcción, se necesita contar con profesionales específicos bajo supervisión municipal.

No todos estos requisitos se cumplen. Según un estudio de Arellano Marketing, sólo el 6% de la autoconstrucción en Lima consulta a un profesional.

La inseguridad a la que se expone una vivienda informal es preocupante, especialmente cuando no se tiene en consideración un aspecto determinante: los suelos. “Si no se toma esto en consideración, se podría estar construyendo en lugares donde las ondas sísmicas se amplifican”, advierte Miguel Estrada, director del Cismid. Y llama la atención sobre algunos efectos colaterales de un terremoto en edificaciones informales: desplome de estructuras débiles y no funcionales; fuga de agua, cuya humedad afecta los materiales estructurales; y cortocircuitos que se convierten en incendios.

Adicionalmente existen riesgos asociados a cimientos defectuosos sobre terrenos blandos, a construcción sobre rellenos sanitarios y a edificaciones que se asientan en zonas de alto riesgo no mitigable, es decir, donde no hay posibilidad de contener un desastre natural, por ejemplo, un desborde del río o un huaico.

Cifras alarmantes:

  • El 65% de la autoconstrucción de las viviendas de Lima no cuenta con licencia. (Fuente: Arellano Marketing, 2015).
  • El 16% de la autoconstrucción es dirigida sólo por el propietario. (Fuente: Arellano Marketing, 2015).
  • Un 57% de la autoconstrucción es realizada por mujeres, que en promedio tienen 40 años. (Fuente: Arellano Marketing, 2016).
  • Autoconstruir puede constar hasta un 40% más. (Fuente: Capeco, 2017).
  • Reparar una vivienda informal puede elevar ese costo hasta 100% (Fuente: CAP, 2018)
  • Hasta 200 mil viviendas podrían colapsar en la ciudad de Lima ante un terremoto de 8 grados. (Fuente: Indeci, 2017)

 

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