Según el último informe de la FAO sobre bosques urbanos editado este año con motivo del Día Internacional de los Bosques: «Las zonas forestales, bosques y árboles en una ciudad y a sus alrededores realizan funciones vitales como almacenar carbono, eliminar contaminantes del aire, ayudar a obtener seguridad alimentaria, energía y agua, restaurar los suelos degradados y prevenir la sequía y las inundaciones. En una ciudad de tamaño medio, los árboles urbanos pueden, por ejemplo, reducir la pérdida de suelo en alrededor de 10.000 toneladas al año».

No hay que olvidar que para 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades y que éstas, aunque sólo ocupan el 3% de superficie, consumen el 78% de la energía y producen un 60% de las emisiones. Por ello, la apuesta de las ciudades que han decidido transformar su río en un corredor natural, tiene consecuencias positivas tanto medioambientales como sociales.

Las recuperaciones no son tan recientes. Algunas ciudades llevan décadas intentando reencontrar la historia olvidada de sus ríos; durante muchos años se han simplificado sus usos a uno sólo y ahora se trata de diversificar sus funciones, destinando espacios al ocio de la ciudadanía, usando la renaturalización para captar CO2, mejorando la depuración aguas abajo y mejorando la gestión de las crecidas y posibles inundaciones. Alemania es un caso icónico; por ejemplo, en la ciudad de Munich se ha trabajado en el río Isar, aunque hay planes para las poblaciones de todo el país.

En España, Madrid, Barcelona o Pamplona son los ejemplos más importantes a día de hoy, pero hay más planes interesantes a nivel internacional, para el Sena de París o para la ciudad de los Ángeles, según la plataforma Centro Ibérico de Restauración Fluvial.

El caso del Cheong Gye Cheon, en Seúl, es bastante paradigmático. El río de la capital de Corea del Sur fue cubierto a mediados del siglo XX para prevenir epidemias y problemas de salud pública. La causa hay que buscarla en el aumento de la población que experimentó la ciudad tras la división de la península en dos bloques. Entonces se apostó por construir una autopista encima del cauce, pero en 2005 se decidió desenterrarlo y devolverlo a su estado natural, lo que ha dado como consecuencia el descenso del efecto isla de calor (la absorción de las radiaciones del sol del hormigón y los asfaltos dispara la temperatura de los centros urbanos en verano) en más de tres grados.

En esta revisión de qué papel tiene la naturaleza en la ciudad se integran la creación de corredores biológicos, de cubiertas vegetales o jardines verticales, de anillos verdes o de huertas. Hay ciudades como Sidney o Vancouver que están siempre a la cabeza, pero se están empezando a hacer cosas interesante como por ejemplo el proyecto de La Marjal en Alicante que ha sido seleccionado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como un ejemplo de buenas prácticas para solucionar las crecidas.

LAS URBES CON MÁS ÁRBOLES

El estudio «Análisis de la Infraestructura Verde Urbana en España 2015», presentado ahora hace un año y elaborado por la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos, la Federación Española de Municipios y Provincias y la Asociación Española de Empresas de Parques y Jardines, afirma que Zaragoza es la ciudad española con un mayor número de árboles por habitante, concretamente 19,53 por cada 100 ciudadanos. De las ciudades consideradas menores destaca Getafe, que concentra 37, 24 árboles por cada 100 personas.

Otra de las conclusiones es que los ayuntamientos gastaron de media unos 28,6 euros por habitante en el mantenimiento y conservación de las superficies verdes. En cuanto a espacios verdes, la ciudad de Vitoria es la que mayor superficie de zona ajardinada contiene, contando también con su anillo verde. No hay que olvidar que esta infraestructura, entre otras apuestas para integrar la naturaleza, le valió a la ciudad de Álava ser declarada en 2012 como la Capital Verde Europea.

 

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